Sentí esa sonrisa, tuya, entre la gente
mientras recorrías suavemente tu copa
indeciso de acercarte, te mordías la boca
y nos miramos, lujuriosos, penetrantes
porque aunque yo estaba con ella
y tú estabas con otra
y tú estabas con otra
ambos sabíamos
que desde
esa noche
en adelante
que desde
esa noche
en adelante
la pasión sería nuestra,
y no de nuestras amantes.
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